aquellos relacionados con diagnósticos
tiroideos anteriores, y antecedentes
heredofamiliares de cáncer de tiroides, de
enfermedad tiroidea benigna o de
síndromes predisponentes como MEN-2 (9)
Toda vez detectado un nódulo tiroideo por
palpación o por estudio de imágenes, es
importante detallar la historia clínica y el
examen físico minucioso enfocado en
cuello, con el fin de describir las
características del nódulo. Se debe
interrogar la posible relación con los
factores de riesgo de enfermedad tiroidea
maligna como el tiempo de aparición,
patrón de crecimiento, presencia de dolor,
disfonía, disfagia, disnea, adenopatías
cervicales, embarazos recientes,
antecedentes de radiación en cabeza y
cuello, así como antecedentes familiares de
cáncer de tiroides y neoplasia endocrina
múltiple tipo 2 (MEN2). Por otro lado, los
datos con posible benignidad del nódulo
son la no adherencia a planos profundos, la
movilidad, solitarios y no dolorosos,
ausencia de adenopatías ya que, un nódulo
de más de 1 cm de diámetro por lo general
es palpable, pero; esto dependerá mucho
de su localización, el tipo de cuello de
paciente, la experiencia (10).
En este sentido la evaluación del nódulo
tiroideo debemos plantear una estrategia
sistemática coste-efectiva, precisa para
diferenciar los nódulos malignos de los
benignos, considerando la iatrogenia
asociada a todo proceso diagnóstico
evitando cirugías innecesarias con riesgo de
complicaciones, sobre todo actualmente se
cuenta con pruebas complementarias para
la estimación de los nódulos tiroideos, una
selección adecuada de las mismas (11).
Entre las pruebas bioquímicas se solicitará
la tirotropina (TSH), T4 libre (T4L) y T3 libre
(T3L) dependen de la presentación clínica.
En caso de valores de TSH disminuidos se
deben medir T3L y T4L (8); si por el
contrario la TH se encuentra elevada se
solicita T4L y anticuerpos anti-
tiroperoxidasa (Anti-TPO). Sin embargo, en
algunos casos, las concentraciones altas o
bajas de T4 no significan necesariamente
que tiene problemas de tiroides. Por otro
lado, la anti-tiroglobulina (Anti-Tg) debe
restringirse a aquellos casos que se
sospeche tiroiditis linfocítica crónica con
anti-TPO normales (12), (13).
Asimismo, si la secreción de la hormona
tiroideoestimulante (TSH) está inhibida,
debe obtenerse un centellograma con yodo
radiactivo. Los nódulos con aumento de la
captación del radionúclido (cálidos) rara vez
son malignos. Si las pruebas de función
tiroidea no indican hipertiroidismo o
tiroiditis de Hashimoto, se realiza una
biopsia por aspiración con aguja fina bajo
guía ecográfica para distinguir los nódulos
benignos de los malignos. El uso temprano
de la biopsia por aspiración con aguja fina
representa un abordaje más económico
que el empleo sistemático de
centellograma con yodo radiactivo. (14)
La tiroglobulina (Tg) se usa para
seguimiento después del tratamiento,
debería haber niveles muy bajos de
tiroglobulina en la sangre ya que el objetivo
del tratamiento es eliminar todas las células
tiroideas. Si la Tg continúa elevándose
después de la cirugía y/o el yodo radiactivo,
puede ser un signo de más cáncer. Puede
realizarse una prueba de marcadores
tumorales para medir el nivel de Tg en el
cuerpo antes, durante y/o después del
tratamiento. También existe una prueba
para detectar anticuerpos contra la
tiroglobulina (TgAb), Si se encuentra TgAb,
se sabe que interfiere con los resultados de
la prueba del nivel de Tg (15), (12).
El ultrasonido de tiroides es una
herramienta fundamental en la evaluación